Dr Richard A. Sera Blanco1, Dra Moraima García Díaz2, Dr. Ramón Moreira Cabrera3
La hiperglicemia es considerada en la actualidad como un factor
causal clave en el desarrollo de las complicaciones vasculares diabéticas,
pudiendo producir sus efectos nocivos por múltiples vías. Esto
ha sido confirmado por el estudio Diabetes Control and Complication Trial de
1993, para la microangiopatía en el caso de la diabetes tipo 1 y corroborado
por el United Kingdom Prospective Diabetes Study publicado a fines de 1998 para
el caso de la diabetes tipo 2. En esta revisión se resumen las evidencias
actuales en apoyo del rol de la hiperglicemia en las complicaciones vasculares
del paciente con diabetes mellitus. Se profundiza en uno de los mecanismos bioquímicos
protagónicos en esta enfermedad: la glicación o glicosilación
no-enzimática y se hace énfasis en la acción deletérea
directa de la glucosa y otros monosacáridos sobre las proteínas
así como la evidencia obtenida en estudios en animales y en ensayos clínicos
de fase III, en apoyo de que la aminoguanidina, un inhibidor de la glicación,
que retarda la aparición y modifica el curso de estas complicaciones.
Se describe como los AGEs se unen a los receptores correspondientes y desencadenan
una serie de mecanismos que conllevan al trastorno de la coagulación,
a la aterogénesis y a los cambios de la membrana basal glomerular, produciéndose
como consecuencia la proteinuria, la esclerosis y la expansión mesangial
características de la etapa final de la enfermedad renal diabética.
Un estricto control de las cifras de glicemia en la actualidad y el uso de fármacos
antagonistas de la formación de los compuestos AGEs permitirán
una mejor profilaxis de las complicaciones vasculares en esta enfermedad.
Descriptores DeCS: DIABETES MELLITUS/complicaciones
La diabetes mellitus es una enfermedad caracterizada principalmente por una
deficiencia cuantitativa en la secreción de insulina o una resistencia
a la acción de la misma y se estima que afecta al 4%-5% de la población.
La microangiopatía es un trastorno de la microcirculación en la
diabetes que incluye la retinopatía, la nefropatía y la neuropatía1.
Se señala que la microangiopatía diabética emerge en un
terreno de influencias genéticas sobre las cuales se yuxtaponen trastornos
metabólicos y hemodinámicos2. El sello anatómico
clásico de la microangiopatía diabética es el engrosamiento
de las membranas basales capilares que induce una angiopatía oclusiva,
hipoxia y daño tisular3. La evolución de estas complicaciones
crónicas de la diabetes mellitus se relaciona bien con la severidad y
duración de la hiperglicemia. Se sabe que niveles posprandiales de glucosa
superiores a 2 g/L (11 mMol/L) se asocian con las complicaciones renales, retinianas
y neurológicas, que pueden comenzar cinco a diez años después
del debut de la enfermedad4 Muchos pacientes a la hora del diagnóstico
inicial de la diabetes tipo 2 tienen niveles posprandiales de glucosa superiores
a 2 g/L y ya presentan un cierto grado de complicaciones. Esta evidencia sugiere
que el diagnóstico precoz y el control más eficaz de los picos
posprandiales de glicemia, pueden influenciar el desarrollo de las complicaciones
crónicas. De ahí el consenso actual de la Asociación Americana
de Diabetes, que a fines de 1999 preconizaba usar valores de glicemia de 1,26g/L
(7mMol/l) en lugar de los previos de 1,40 g/L(7.8mMol/L) para establecer el
diagnóstico. Por otra parte, estudios epidemiológicos recientes
han revelado que los pacientes diabéticos con un mal control glicémico
tienen un riesgo más alto de enfermedad cardiovascular que aquellos con
un buen control4.
Existen dos estudios sobre las complicaciones microvasculares
de la diabetes mellitus llevados a cabo en Estados Unidos en 1993(Diabetes Control
and Complications Trials-DCCT) y en Inglaterra en 1998(United Kingdom Prospective
Diabetes Study-UKPDS), que se detallan a continuación.
El estudio del control y las complicaciones diabéticas (DCCT) fue realizado
en 19955y evaluó el efecto del tratamiento insulínico intensivo
y el automonitoreo de la glicemia. Los resultados demostraron que la disminución
de la HbA1c desde niveles de 9% hasta 7%, redujo la progresión, la aparición,
o ambas, de todas las complicaciones microvasculares4.
El estudio prospectivo de la diabetes fué realizado en el Reino Unido
(UKPDS) en 1998 y evaluó durante diez años, el efecto del tratamiento
intensivo sobre 5.000 diabéticos tipo 26. El resultado clave
fue, que un control estricto de la glicemia también reducía el
riesgo de complicaciones en la diabetes tipo 2. De este modo, la hipótesis
por la cual se estima que la glucosa en sí es "tóxica"
en la diabetes tipo 2 se confirma, y esto viene a corroborar los resultados
previos del DCCT para la diabetes tipo l .4
Existen varias hipótesis que tratan de explicar el nexo entre la hiperglicemia
y las complicaciones microvasculares entre las cuales se incluyen: la hipótesis
de la aldosa reductasa7, la del estrés oxidativo8,
la hipótesis de la glicación o de Maillard9, los trastornos
de la actividad de la proteína kinasa C y la pseudo-hipoxia10,
el estrés carbonílico11, los trastornos del metabolismo
de las lipoproteínas12 y los trastornos de actividad de las
citoquinas13. La hipótesis de la glicación será
el objeto principal de esta discusión.
La reacción de glicación fue descubierta por
el químico francés L. Maillard en 1912 estudiando la pérdida
de lisina (aminoácido esencial) en los alimentos conservados cuando éstos
son ricos en proteínas y en glúcidos9. Esta reacción
no atrajo a médicos o investigadores en medicina hasta la década
del 70.
La glicación implica una reacción en la cual los azúcares
(glucosa en general, pero no exclusivamente) reaccionan no-enzimáticamente
con las proteínas (y en menor grado con los lípidos y el DNA)
para formar los productos de glicación precoz, también llamados
de Amadori o fructosamina14. Este proceso fue primero demostrado
para la hemoglobina15. En clínica, la medida de la fracción
glicosilada de la hemoglobina, llamada HbA1c, ha revolucionado el monitoreo
y el estudio de pacientes diabéticos, proporcionando una estimación
promedial de las glicemias en los 2-3 meses previos.
La medida de las proteínas plasmáticas glicadas (generalmente
llamadas "fructosamina") se utiliza como herramienta para supervisar
el control glicémico obtenido durante un período de tres semanas16.
Se ha propuesto la IgM y el fibrinógeno glicados como indicadores promediales
de períodos más breves (cinco días), lo cual puede ser
de utilidad en estudios clínicos de ajuste al tratamiento17.
Las reacciones antedichas se consideran "glicación precoz".
Es así que en una segunda fase de la ruta de la glicación (que
ahora en sí es independiente de la glicemia), una serie compleja de reordenamientos
intramoleculares y reacciones oxidativas conduce a la formación de compuestos
múltiples, muy reactivos, colectivamente conocidos como "productos
de glicación avanzada" y que llamaremos compuestos AGE o AGEs 18.
Estas reacciones son virtualmente irreversibles, la modificación sólo
desaparece con la proteína. Algunos de los AGEs se conocen en detalle
pero en su mayoría las estructuras no han sido aún determinadas.
Los AGEs se pueden producir por la oxidación del producto de Amadori
formando intermediarios dicarbonilo muy reactivos tales como la 3-deoxiglucosona14,19
y el compuesto carboximetil lisina (CML)20 . Estos son capaces de
producir agregación de proteínas y se ha demostrado que exhiben
diversas actividades biológicas deletéreas 21.
Las proteínas modificadas por los AGEs pueden encontrarse en el plasma,
en el compartimiento intracelular así como en la matriz extracelular,
acumulandose de preferencia en la pared arterial, el mesangio glomerular, las
membranas basales glomerulares y de otros capilares. La acumulación de
AGEs se hace de preferencia en proteínas de larga vida; notables ejemplos
los constituyen algunos tipos de colágeno y las cristalinas.
La glicación es un fenómeno importante en el desgaste tisular
y junto con el estrés oxidativo forman la base de las teorías
estocásticas del envejecimiento. Estos procesos están incrementados
en pacientes diabéticos. La relación cualitativa entre el nivel
de glicemia, la acumulación tisular de AGEs y los diferentes matices
de la patología microvascular diabética han sido objeto de extensos
estudios en modelos animales. Una primera manifestación, es que la formación
de AGEs aumenta en un grado mucho mayor que el aumento de la glicemia, este
hecho sugiere que incluso elevaciones moderadas de la glicemia en los diabéticos
resultan en aumentos sustanciales, no lineales, en la acumulación de
AGEs22
Realizaremos una exposición de lo más significativo clínicamente, que podríamos dividir en dos grandes grupos: I) Los efectos directos de los AGEs sobre las proteínas y II) los efectos mediados a través de receptores específicos.
La presencia de AGEs en la matriz extracelular (MEC) modifica
las características funcionales de diversas moléculas claves .
El colágeno fue la primera de dichas proteínas en las que se demostró
la existencia de enlaces intermoleculares covalentes producidos por los AGEs.
En el colágeno tipo I, la agregación molecular resultante induce
una distorsión del edificio molecular de la fibrilla23. El
estrechamiento luminal, una característica importante en los vasos diabéticos,
puede deberse en parte a la acumulación en el subendotelio de proteínas
del plasma tales como albúmina, lipoproteína de baja densidad
(LDL) e inmunoglobulina G (IgG).
Dichas moléculas pueden quedar atrapadas por los AGEs en el colágeno
de las membranas basales por agregación covalente24. Por otra
parte, la formación de AGEs en el colágeno de tipo IV, de la membrana
basal dificulta la asociación lateral de estas moléculas en una
estructura tridimensional sutil y compleja y tiende a la reticulación
de las fibras en forma anárquica, todo lo cual redunda en aumentos de
permeabilidad.23,25
Las características principales de la glomerulopatía diabética
son: la proteinuria, la expansión mesangial y la esclerosis focal. la
formación de AGEs en la laminina (una proteína estructural dominante
de la MEC), causa también trastornos en el autoensamblaje de la membrana
basal glomerular (MBG). Lo cual compromete la integración en esta superestructura
de los otros componentes principales del andamiaje molecular que la componen,
el colágeno tipo IV y los proteoglicanos tales como el heparán
sulfato26 que es precisamente la molécula clave que proporciona
la carga negativa de la MBG; su pérdida es el factor dominante que facilita
el filtrado de las proteínas del plasma y la proteinuria resultante27.
En pocas palabras, la modificación por AGEs de las proteínas de
la membrana basal glomerular26 podría explicar la disminución
observada de HSPG en los glomérulos del diabético, que no sólo
resulta en proteinuria, sino que se ha demostrado que estimula la superproducción
compensatoria de otros componentes de la matriz en la pared del vaso. Esto proporciona
un sustento molecular a la patogenia de la clásica nefropatía
diabética de Kimmelstiel-Wilson27. Estas alteraciones inducidas
por los AGEs en la matriz extracelular de la microcirculación renal no
se ven restringidas solamente a estos capilares, sino que estarían implicadas
además en los trastornos a nivel del capilar retiniano. Incluso se cree
que dichos trastornos estarían vinculados indirectamente con la pérdida
de los pericitos en esos vasos, que da sello anatómico a la retinopatía
diabética28.
Los AGEs tienen un efecto dosis-dependiente de inactivación del óxido nítrico (NO), el más potente vasodilatador fisiológico. En animales diabéticos, los trastornos en la respuesta vasodilatadora al NO se correlacionan bien con el nivel de AGEs acumulados en los vasos28.
Los receptores de AGEs han sido descritos en numerosas células.
La lista creciente de los receptores capaces de ligar los AGEs incluye: los
receptores "scavenger" I y II; el receptor de AGEs (R-AGE); el oligosacaril
transferasa-48 (OST-48, AGE-R1); la fosfoproteína 80K-H (AGE-R2) y la
galectina-3 (AGE-R3)29. Los receptores de AGEs se encuentran en monocitos,
macrófagos, células endoteliales, células mesangiales,
pericitos, podocitos, astrocitos y microglía30. Esbozaremos
brevemente el rol de la activación del receptor AGE en sólo tres
tipos clave de células: macrófagos, células endoteliales
y células mesangiales.
Las proteínas AGE que se ligan a estos receptores31 estimulan
la producción por los macrófagos de la interleuquina-1, el factor
de crecimiento I, el factor de necrosis tumoral alfa(TNF-alfa) y el factor estimulante
de colonias de granulocitos. Dicha estimulación alcanza los niveles que
se ha demostrado aumentan la síntesis glomerular del colágeno
tipo IV y la proliferación de macrófagos y células de músculo
liso arterial29 Otra clase de receptores de AGE existen en las células
endoteliales que pueden activar mecanismos procoagulantes32. Uno
de ellos, la disminución rápida de la actividad de la trombomodulina
impide la activación de la vía de la proteína C (un agente
anticoagulante). El otro cambio procoagulante inducido por la ocupación
del receptor de AGE es un aumento en la actividad del factor tisular (vía
extrínseca), que activa los factores de la coagulación IX y X
y la agregación directa del factor VIIa. En conjunto, estas alteraciones
en la función de la célula endotelial, provocadas por los AGEs,
favorecerían la formación de trombos en los sitios de acumulación
extracelular de dichos AGEs(32)favoreciendo la oclusión de los vasos,
la hipoxia y la necrosis tisular local.
Los receptores de AGE también se han descrito en las células mesangiales
glomerulares. Al ser activados, estos receptores estimulan la secreción
del factor de crecimiento plaquetario que seguidamente media la producción
de colágeno tipo IV, laminina y HSPG 26,33. Es de destacar
que en la experimentación animal, la administración crónica
de AGEs a ratas sanas y euglicémicas conduce a la glomerulosclerosis
focal, a la expansión mesangial y a la proteinuria34, en una
palabra reproduce la nefropatía diabética pero en normoglicemia.
Durante varios años se pensó que los productos
de glicación avanzada se formaban solamente en las macromoléculas
extracelulares de larga vida media. Dado que la tasa de formación de
AGEs por la glucosa es lenta (Las proteínas intracelulares tienen una
velocidad de recambio que se mide en minutos u horas), no existiría el
tiempo suficiente como para acumular AGEs. Más recientemente se ha demostrado
que los AGEs se forman tambien en las proteínas de la célula in
vivo21,35. También se forman sobre el DNA in vitro36
y si los AGEs también se acumularan sobre el DNA in vivo, podrían
producir efectos deletéreos sobre la expresión de los genes, con
efecto teratogénico importante.
Existe una acumulación rápida de AGEs en las histonas de los hepatocitos.
Las histonas son proteínas básicas que constituyen el 50% de la
masa del cromosoma y juegan un rol importante en el funcionamiento del gen.
En modelos de diabetes experimental, las histonas del hepatocito de rata demostraron
niveles de AGEs tres veces superiores a los de sus controles y la acumulación
de AGEs en las histonas aumentaba con la duración de la enfermedad y
con la edad de los animales22,37. Esto refuerza el concepto de que
la glicación avanzada ocurre realmente en las proteínas intracelulares.
Resultados análogos fueron encontrados por otros autores en cultivos
de células beta de los islotes de Langerhans, que comparten con los hepatocitos
el mismo transportador de glucosa (GLUT II), que no depende de la insulina.
Esta glicación intracelular refleja probablemente los aumentos inducidos
por la hiperglicemia en metabolitos intermediarios intracelulares (por ejemplo,
glucosa-6-fosfato, gliceraldehido-3-fosfato), que son mucho más reactivos
que la glucosa21,35,38. Finalmente, otro ejemplo de glicación
avanzada intracelular que merece ser destacado ocurre en los eritrocitos. Aparte
de la HbA1c, los eritrocitos también contienen la hemoglobina-AGE que
representa 0,24% de la hemoglobina total en sujetos normales y es tres veces
mayor en los diabéticos39.
Recientemente la evidencia experimental sugiere que la glicación y el
estrés oxidativo se pueden vincular a la vía del sorbitol potenciándose
y contribuyendo así al desarrollo de complicaciones diabéticas.
Debe ser señalado que la fructosa producida por la vía del sorbitol
es extremadamente potente como agente de glicación, superando ampliamente
a la glucosa40.
La glicación por glucosa es muy lenta si se compara
con la producida por muchos otros monosacáridos. Se piensa que la aparición
de la glucosa como el principal monosacárido circulante constituye una
ventaja evolutiva de las formas más complejas de vida, por lo que tenemos
el azúcar menos tóxico en nuestra circulación41.
Existen otros compuestos que median la glicación, como ciertos péptidos
de bajo peso molecular que contienen, en forma concentrada, los intermediarios
dicarbonilo de la reacción de Maillard que son mucho más reactivos
que la glucosa42. Se cree que estos péptidos AGE circulantes
son probablemente el resultado del catabolismo incompleto de proteínas
AGE, a cargo de los macrófagos y otras células. Estos compuestos
circulan en niveles altos en el plasma de pacientes diabéticos, así
como de pacientes con insuficiencia renal43. Dichos péptidos
AGE serían así fragmentos catabólicos en vías de
ser excretados por el riñón, de ahí su aumento en la uremia.
Algunos investigadores sugieren que estos péptidos AGE circulantes, que
dializan mal, son algunas de las toxinas urémicas "medias".
Utilizando técnicas bioquímicas e inmunocitoquímica a nivel
de microscopía electrónica se ha demostrado que los péptidos
AGEs circulantes son filtrados y catabolizados en parte por el sistema endolisosomal
del túbulo contorneado proximal. Los datos sugieren que esta reabsorción
podría estar mediada por receptores AGE. La activación de estos
receptores acciona varias respuestas celulares incluyendo la secreción
de citoquinas y las reacciones de oxidación44. En la diabetes,
un aumento en estos procesos, podría participar en la reacción
intersticial de fibrosis que acompaña la glomerulosclerosis característica
de la última etapa de la enfermedad renal45
El sitio final de los péptidos AGE circulantes sigue sin ser determinado,
puesto que no se ha descubierto ninguna enzima que podría mediar su catabolismo
una vez que la hidrólisis lisosomal de los enlaces peptídicos
ha ocurrido46.
Finalmente, los péptidos AGE circulantes pueden no sólo ligarse
a las proteínas, sino también a los fosfolípidos46.
Es razonable pensar que los péptidos AGE reaccionan con los fosfolípidos
de las membranas. Una acumulación de estos compuestos en los lisosomas
tubulares podría constituir una agresión más a las membranas
contribuyendo de esta manera a la toxicidad global45.
Las proteínas del plasma y de la matriz extracelular pueden ser "atacadas"
por la glucosa en sí o por estos agentes más potentes o de "segunda
generación". Esto ha sido demostrado en el caso de varias proteínas
del plasma, incluyendo las LDL47. Usando un modelo de diabetes experimental
en animales, se ha demostrado que los péptidos AGE circulantes modifican
las IgG, en particular las cadenas livianas. Estas modificaciones estructurales
de la IgG podrían conducir a la alteración funcional de las moléculas
del anticuerpo y estar vinculadas al bien conocido aumento en la susceptibilidad
a la infección característica en la diabetes mellitus47.
Con la medida de los niveles de HbA1c, el DCCT encontró una reducción del 41% en el riesgo de accidentes macrovasculares, que no fue estadísticamente significativa debido a la baja frecuencia de estos episodios en esa población relativamente joven de diabéticos tipo 14,5. Sin embargo, estos datos sugieren ciertamente un papel posible de la hiperglicemia en la aceleración del proceso aterosclerótico en pacientes con diabetes tipo l. Resultados similares fueron obtenidos en el UKPDS que se publicó a fines de 19986.
Los AGEs del colágeno de la pared arterial pueden atrapar
las partículas de LDL que se acumularían en la íntima.
De esta manera, la LDL sería más propensa a la oxidación
y a la captación local por los monocitos-macrófagos. Al mismo
tiempo, la LDL oxidada causaría la activación de la célula
endotelial48. Dicha activación podría mediar la secreción
de matriz extracelular favoreciendo la formación de la base fibrótica
del ateroma. Por otra parte, la activación de los receptores de los monocitos
por las proteínas AGE en la pared vascular, tales como el colágeno
y la elastina, desencadenaría la secuencia ya mencionada de reacciones
inflamatorias mediadas por citoquinas49. Sin embargo, algunos mecanismos
de la activación de la célula endotelial se han observado solamente
in vitro o en animales.
Una extensa literatura demuestra el rol de la glicación de las lipoproteínas
en la aterogénesis50. Se ha descrito la glicación precoz
de la apoB, de las apoAs y de las apoEs51, y se tienen datos que
prueban un metabolismo alterado de las formas glicadas de LDL y HDL52.
Ha sido demostrado por varios autores, que la glicación no sólo
aumenta la susceptibilidad de la LDL a la oxidación53, sino
que intensifica la propensión de las proteínas estructurales de
la pared vascular a ligar las proteínas del plasma, incluyendo la LDL,
contribuyendo así a una modificación oxidativa más marcada
de dichas partículas. Las LDL glicadas y oxidadas inducen la acumulación
de ésteres de colesterol en macrófagos humanos y pueden también
promover la disfunción plaquetaria y endotelial54.
En lo que respecta a las lipoproteínas de alta densidad (HDL), se ha
demostrado que la activación in vitro de la lecitina colesterol aciltransferasa
(LCAT) por la apolipoproteína A-I glicada (apoA-I es la apolipoproteína
principal en la HDL), es inferior a la activación por la apolipoproteína
A-I nativa55. Siendo la LCAT una fuerza impulsora clave en el transporte
inverso del colesterol, se puede decir que esta activación anormal estaría
asociada a una reducción en el retorno del colesterol al hígado
y contribuiría a la aceleración de la aterosclerosis en pacientes
diabéticos. Otras evidencias han demostrado que la modificación
de la LDL por AGEs deteriora los mecanismos de captación de LDL y contribuye
a explicar los niveles elevados de LDL en pacientes diabéticos56.
El principal inhibidor de los AGEs que se ha estudiado en animales,
es la aminoguanidina. La aminoguanidina reacciona principalmente con los intermediarios
dicarbonilo tales como la 3-deoxiglucosona y bloquea la secuencia reaccional
que conduce a los AGEs57. La prevención de la formación
de AGEs por el tratamiento con aminoguanidina retrasa la evolución de
las lesiones microvasculares encontradas en la retina o los glomérulos
de animales diabéticos, así como podría también
tener un potencial terapéutico en el control de la neuropatía
periférica diabética57.
La gran pregunta ante estos resultados tan alentadores es si los inhibidores
de la producción de AGEs también podrían prevenir las complicaciones
diabéticas en humanos. Para contestarla, los efectos de la aminoguanidina
sobre varios indicadores de nefropatía diabética están
siendo analizados en un estudio multicéntrico, randomizado y doble-ciego
en Estados Unidos y Europa que está actualmente en su fase III. Por otra
parte, la industria farmacéutica está sintetizando y probando
cientos de compuestos posibles de efectuar la lisis de los AGEs.
Existe una clara evidencia a favor de que un riguroso control en los valores de glicemia en el paciente diabético, disminuyen las complicaciones crónicas vasculares, sobretodo la microangiopatía. La base de todo el proceso descansa en la formación de compuestos de glicación avanzada (AGEs) que dañan el colágeno de las membranas basales capilares, alterando la permeabilidad y el flujo sanguíneo. Estos se forman al elevarse los niveles de glicemia por encima de 1.26g/L(7mMol/L), y comenzar la glicación no enzimática de todas las proteínas del organismo. Teniendo lugar la formación de compuestos muy reactivos como la deoxiglucosona y la carboximetil-lisina.
Es por todos conocido que la microangiopatía diabética no puede explicarse simplísticamente, muchos factores están implicados. Sin embargo, el estudio DCCT demostró indiscutiblemente en 1993 que el control glicémico estricto es capaz de retrasar dramáticamente el inicio de las complicaciones microangiopáticas o retardar su evolución. Esto fue corroborado para la diabetes tipo 2 por el UKPDS publicado en 1998. La prevención de las complicaciones diabéticas requiere de este modo, por lo menos el control de la glicemia. La hiperglicemia es considerada hoy como un factor protagónico en el desarrollo de las complicaciones vasculares diabéticas, pudiendo mediar sus efectos nocivos por múltiples mecanismos, entre los cuales la glicación parece jugar un rol preponderante. Estudios en animales demuestran que la aminoguanidina, un inhibidor de este proceso, atenúa el desarrollo de las complicaciones vasculares diabéticas. La meta glicémica recomendada para la mayoría de los pacientes es por lo menos mantener la HbA1c menos de 2% por encima del límite superior de los valores de referencia.
The hyperglicemia is considered a key factor in the development of the diabetec vascular complications and produces its noxius effects by multiple ways. This has been confirmed by The Studies Diabetes Control and United Kingdom Prospective Diabetes Study (UKPDS) published at the end of 1998. The actual evidences in support to the role of the hyperglicemia and its vascular complications of the patient with Diabetes Mellitus were resumed in yhis revision. It was deepened in one of biochemistry mechanism: The no-enzimatic glication one serie of mechanism which share to the upset of the coagulation to the atherosclerosis and the changes in the glomerular basement membrane which produces as a consequence the proteinuria, the sclerosis and the mesangial expansion characteristic of the diabetic renal terminal illness. A severe control of the glycemia scores and the use of the antagonist drugs in the formation of the compounds AGEs will allow a better profhylaxis of the vascular complications in this illness.
Subjet headings: DIABETES MELLITUS / complications