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Revista de Ciencias Médicas La Habana 2006;12(2)

EDITORIAL

LAS MAESTRÍAS: UN RETO PARA TODO PROFESIONAL.

Dr. Ramón García Hernández

Especialista de I grado en Medicina Interna
Especialista de II grado en Medicina Intensiva y Emergencias
Asistente.

La permanente superación de los profesionales de la salud constituye una necesidad inherente a su trabajo. Es, de hecho, la savia que los nutre a lo largo de su vida laboral con la actualización indispensable para llevar adelante su enorme responsabilidad.

La atención a la salud del ser humano en sus diversas vertientes es la más excelsa de las profesiones, considerando que es de por sí misma, la salud toda, de cuanto surge el actuar íntegro del hombre, sus definiciones, proyectos de vida, aspiraciones, en fin su realización plena.

Por tales razones entre otras muchas, el Ministerio de Salud Pública ha diseñado y orientado como parte de sus planes de superación, los programas de las maestrías en diversas especialidades. Ello ha sido un nuevo reto para el país, por cuanto fue necesario constituir Comités Académicos hasta el nivel municipal para que desde allí se estableciera el desarrollo de cada uno de los programas docentes correspondientes.

Sin embargo, de manera muy curiosa, y a pesar de que cada una de las maestrías ofrece objetivos específicos y perfiles de salida muy bien delimitados; un número de alumnos ha matriculado las mismas sin que se encuentren relacionados directamente con los citados perfiles.

Ha resultado que médicos o licenciados de enfermería sin vínculo directo con el perfil de la maestría, se encuentren cursando la misma sólo por el mero interés del conocimiento.

Como miembro del Comité Académico de la Maestría de Urgencias Médicas, he visto que licenciados en enfermería que laboran en una central de esterilización y otros que laboran en un consultorio médico de la familia donde no se atienden urgencias, o médicos con cargos de dirección por citar algunos ejemplos, son alumnos de la maestría.

De manera alguna me opongo a la adquisición de conocimientos por nuestros profesionales; pero debe sopesarse la autorización por los directivos de cada unidad cuando alguno de los interesados desea la matrícula, si estos no se encuentran laborando en áreas afines y tampoco en el futuro serán dedicados a esos perfiles por el rigor de su trabajo.

Ser Máster en cualquiera de las especialidades de las ciencias constituye una gran responsabilidad profesional. Se corresponde con un personal de alto nivel científico y de rigor internacional, dispuesto a asumir esa especialidad en cualquier momento y lugar con el dominio que le compete. Significa convertirse en una fuente de consulta y por demás desarrollar las cualidades de Máster, dígase maestro, es ser un experto de rango muy considerado.

Por todo ello la maestría no debe considerarse como un entrenamiento, un diplomado de superación o un simple curso de actualización.

La maestría constituye una formación de alto rigor académico y científico, cuyo perfil de salida permitirá un egresado de elevado nivel que domine los objetivos específicos de la misma y pueda al mismo tiempo en que se desarrolla como Máster, cooperar a la formación de nuevos alumnos. Debe ser además por tanto un buen comunicador en su especialidad, que logre con ello expresar a cada instante el dominio de los conceptos sustanciales de la maestría y que le permitan ejercerla con toda profundidad.

Con estas acepciones propongo entonces que seamos cada vez más lógicamente selectivos en la matrícula de cada una de las maestrías, y que sin limitar a nuestros profesionales su afán de superación, los futuros Máster sean aquellos que representen seriamente nuestro ministerio, y por demás contribuyan tanto en nuestro país como en cualquier rincón de la tierra a elevar la calidad de vida de cada ser humano, como corresponde a un verdadero profesional de la salud.

 

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